CERMI exige al Gobierno recuperar la partida de 1.000 millones para gasto social del fondo extraordinario para las autonomías
El CERMI Estatal ha repasado este lunes con los CERMIS Autonómicos la situación del sector de la discapacidad en las diferentes comunidades y ciudades autónomas ante el avance hacia la nueva normalidad.
El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) ha reclamado este lunes al Gobierno central que no elimine en ningún caso la partida de 1.000 millones de euros de gasto social que estaba contemplada en el fondo extraordinario no reembolsable de 16.000 millones para que las comunidades y ciudades autónomas puedan hacer frente a los efectos de la pandemia de COVID-19 y encarar la recuperación social y económica.
Así lo ha puesto de relieve la plataforma representativa de la discapacidad en España durante una reunión telemática con los CERMIS Autonómicos, en la que se han abordado las principales cuestiones que afectan al sector de la discapacidad en el camino hacia la nueva normalidad tras los peores momentos de la crisis sanitaria.
El Gobierno anunció este domingo a los presidentes autonómicos que el fondo de 1.000 millones para inversión social desaparecía para, junto a otros 1.000 millones del gasto en sanidad, crear una partida de 2.000 millones para la educación.
En este sentido, el movimiento CERMI destaca que “por supuesto que la educación necesita recursos económicos, pero estos no pueden proporcionarse detrayéndolos de lo social que, con la sanidad, ha sido el sector más castigado por la pandemia”.
A su juicio, no se pueden olvidar los servicios y los apoyos sociales en estos fondos extraordinarios, ya que no tiene ningún sentido que se pongan en marcha estos 16.000 millones para afrontar los efectos de la pandemia y preparar la recuperación y, en cambio, se olviden los servicios sociales y de acompañamiento a la inclusión, siempre débiles y que han quedado gravemente dañados por la COVID-19.
La entidad incide en que el Gobierno debe mantener esta partida presupuestaria de 1.000 millones para gasto social y, para ello, si es preciso, el fondo extraordinario de 16.000 millones debe aumentarse, porque “si lo social no está en el centro, las personas más vulnerables, como es el caso de muchas personas con discapacidad y sus familias, quedarán más expuestas a las graves consecuencias de la pandemia”.
HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE
En el encuentro, el presidente del CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno, ha alabado la labor de las estructuras territoriales de la discapacidad durante la pandemia y en la fase de desescalada, “haciendo muchas veces posible lo imposible gracias al esfuerzo de tantas personas”.
Por otra parte, ha calificado de “hito social” la aprobación del ingreso mínimo vital (IMV), una reivindicación histórica del tercer sector de acción social, en general, y del ámbito de la discapacidad, aunque ha instado a que este miércoles, las fuerzas políticas en el Congreso de los Diputados acepten tramitarlo como proyecto de ley para poder introducir enmiendas que mejoren el texto.
En opinión del CERMI, el IMV debe brindar una mayor protección a las personas con discapacidad y debe corregir, respecto de su redacción actual, el requisito de que los beneficiarios deben tener su capacidad jurídica intacta. “No podemos dejar fuera de este nuevo instrumento del estado del bienestar a las personas con apoyos judiciales para la toma de decisiones si por nivel de renta tienen derecho a esta prestación, porque no tiene ningún sentido y atenta contra la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, ha insistido la entidad.
El CERMI ha defendido también que hay más cuestiones en la regulación del IMV que necesitan mejorar para las personas con discapacidad y esto solo se puede conseguir si se tramita como Proyecto de Ley y subsana el texto vigente, aprobado con toda celeridad y que no ha sido objeto de un diálogo profundo con los sectores sociales.
Por último, se ha hecho un llamamiento a las administraciones para que, en todo momento, tengan presente a las personas con discapacidad y sus familias en el diseño de las medidas de reconstrucción, para que pueda hacerse posible el principio que viene planteándose desde las propias instituciones de “no dejar a nadie atrás”.