Especialistas avisan de que la pandemia ha agravado el “problema de salud pública” de la soledad en personas mayores con discapacidad
Diferentes especialistas en materia de discapacidad y personas mayores avisaron este viernes de que las consecuencias de la pandemia de COVID-19 han agravado la soledad no deseada de las personas mayores con discapacidad que, en opinión de Sacramento Pinazo, de la Fundación Pilares, “no solo genera aislamiento social, sino un problema de salud pública”.
Así se puso de relieve durante el segundo encuentro de un ciclo de seis webinarios organizados por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y el Real Patronato sobre Discapacidad, con el que se aborda el binomio soledad y discapacidad desde diferentes puntos de vista.
El acto fue moderado por el presidente de la Comisión de Envejecimiento Activo del CERMI, Álvaro García Bilbao, mientras que la jefa de Servicio del Real Patronato sobre Discapacidad, Elena Jariod, fue la encargada de repasar las conclusiones de la jornada, al tiempo que expresó el compromiso de este organismo para luchar contra este problema.
En el webinario, la representante de la Fundación Pilares destacó que “hay más posibilidades de sentirse solo si no se tiene compañía, pero no necesariamente esto va de la mano”, porque “se puede sentir uno solo estando rodeado de gente”.
La soledad en los centros residenciales
En este punto, resaltó que en los centros residenciales se producen muchas situaciones de soledad, porque se dan circunstancias desencadenantes como grandes necesidades de apoyo. Así, explicó que el 80% de las personas que viven en residencias tienen más de 80 años, que el 72% son mujeres y que más de la mitad necesita ayuda para las actividades de la vida diaria, incluida la interacción social, lo que, según expuso, contribuye a “precipitar” el sentimiento de soledad.
Precisamente, en relación con las residencias, Agustín Matía, de Down España, expresó su preocupación por la falta de un sistema sociosanitario “real”, que se ha evidenciado durante la pandemia por la falta de recursos de las residencias y otros centros de discapacidad y de personas en situación de dependencia. Matía criticó la desigualdad territorial entre comunidades autónomas, “porque el sistema que tenemos no soporta crisis del calado de la que estamos viviendo”.
Matía denunció también las dificultades de acceso a las nuevas tecnologías que han encontrado las personas mayores con discapacidad durante la pandemia, así como la discriminación que se ha producido en algunos casos en el acceso a la atención sanitaria, lo que calificó de “aberración”.
En esta línea, José Manuel Fresno, fundador y director de la consultora The Right Link, afirmó que su organización ha realizado auditorías en residencias durante la pandemia y han podido comprobar que se ha podido trabajar más con las personas en aquellos centros con menor índice de contagio del virus. Además, indicó que el sentimiento de los trabajadores sociosanitarios de las residencias es de “miedo e impotencia, y así es difícil trabajar emociones” con las personas residentes.
Igualmente, subrayó la importancia de tejer alianzas desde las administraciones públicas para luchar contra la soledad no deseada en personas mayores con discapacidad. “Las políticas contra la soledad, o son estrategias cocreadas con las organizaciones sociales, o si no, no son buenas estrategias, porque los factores de éxito son la prevención, la buena colaboración, el apoyar lo que ya existe y al tejido social y por tanto, todo lo que tiene que ver con prevenir y detectar”, abundó este experto.
Elemento esencial de socialización
Miguel Ángel Cabra de Luna, de Fundación ONCE, destacó el papel de las asociaciones del sector, “pues son un elemento esencial de socialización”. Además, para luchar contra “la pandemia de la soledad”, pidió una estrategia centrada en favorecer la socialización de las personas mayores; buscar soluciones prácticas como apuntarse a actividades; aprender cosas nuevas, y luchar contra los bajos ingresos económicos.
Pese a las estrategias que se puedan poner en marcha desde administraciones y organizaciones sociales, Cabra de Luna señaló que “desde luego, la salvación empieza por uno mismo”.
En cuanto a la situación específica de las mujeres mayores con discapacidad, Maite Gallego, de la Fundación CERMI Mujeres (FCM), advirtió de la mayor incidencia de la soledad no deseada en esta parte de la ciudadanía, en lo que influyen factores como la menor renta, porque “ellas han sido cuidadoras a lo largo de su vida”. Igualmente, lamentó la falta de reparto de tareas, una situación que, según defendió Gallego, se ha agravado durante la pandemia.
“Las mujeres con discapacidad nos han contado que se han encontrado en soledad extrema en esta pandemia y que se han sentido desatendidas y desorientadas por lo que el confinamiento trajo”, añadió la representante de CERMI Mujeres.
Asimismo, Gallego expresó su preocupación por el aumento de la violencia contra las mujeres con discapacidad, tal y como ha puesto de relieve la última macroencuesta de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. “La violencia es otra pandemia de esta sociedad”, zanjó.
Además, se escucharon testimonios en primera persona como el de Manoli Carrión, mujer ciega de 69 años, quien confesó que, pese al apoyo de su familia, sintió soledad con la llegada de la discapacidad por los obstáculos existentes. En relación con la situación actual, dijo que “la pandemia nos invade y la soledad afecta a las personas mayores con discapacidad”, por lo que llamó a que cada persona haga lo que esté en su mano para luchar contra la soledad.
Por último, Francisco Javier Collantes, persona mayor sorda, relató haber sentido depresión por las barreras en la comunicación durante estos meses. “Todas las actividades que teníamos no eran posibles en este momento. Pasaba todo el rato con mi mujer y con mucho tiempo libre por la jubilación”, rememoró este usuario de lengua de signos.